miércoles, septiembre 27, 2006

Cerrabas los ojos igual


Sabes como cuando de pequeño te caías al suelo, y veías como un salto se truncaba y convertía de repente en un paso en falso, y no querías llegar a tocar el suelo, tocar el dolor, que tu cuerpo se adueñara de otro arañazo que se pegaría a la piel de las rodillas durante semanas... Sabes como cuando en la caída se llenaba de golpe tu alma con esa certidumbre y esperanza de que quizá no sería tan duro, que quizá el sufrimiento sería más dulce y menos estridente, como si de repente proyectaras un final feliz para no tener tanto miedo y al final cerrabas los ojos igual... Hoy sin quererlo se me cayó el corazón al suelo.

lunes, septiembre 25, 2006

Laura

Miro hacia atrás. En el asiento veo a la hija de mi hermana, que me mira fijamente y como muy seria. Está cantando, como dice ella, la canción de la A. Una canción de Astrud que susurra al compás, muy quieta. La veo y creo que entiende lo que está tarareando con exactitud. Pero sólo tiene 3 años. Estoy anodada. La escucho y nos entendemos. Laura es tan especial, me ha regalado una canción favorita. Gracias.

Yo lo que soy es un triángulo, yo lo que soy es fusiforme y
exploto contra el techo.

Siempre me fijo en las esquinas, estoy aprendiendo a
comportarme como un ángulo recto.

Yo cambio de forma, yo cambio de aspecto y cambio
de forma.Yo cambio de forma, yo cambio de aspecto y cambio de forma.

Hemos estado
tanto tiempo tirando líneas y de pronto hay que empezar de nuevo. Y si nos estábamos tocando, mi último giro en el espacio nos vuelve a dejar lejos.

Yo cambio
de forma,yo cambio de aspecto y cambio de forma. Yo cambio de forma,yo cambio de
aspecto y cambio de forma.

Y yo a vueltas con la perspectiva, tú ya sabes que yo
nunca pienso, yo me proyecto.

Yo cambio de forma, yo cambio de aspecto y cambio de
forma. Yo cambio de forma, yo cambio de aspecto y cambio de forma.

martes, septiembre 05, 2006

Latir


Si este espacio que veo tuviera un comienzo y final determinados, si los límites de aquí o allá fueran medibles y pertenecieran a un perímetro calculado, definido, concentrado en un número que dijese algo, no sería mi espacio.

De repente me encuentro aquí y al decirlo mi espacio se convierte en un tiempo exacto, de medición imposible, que se me escapó en cuanto lo dije y lo recuperaré en cuanto lo recuerde. Me gusta esa magia. No hay nada más real que esto, un momento, un lugar en el que estar, deformar las leyes, sentirse universo entero en la dimensión no lineal del tiempo. Latir al unísono con la pulsar del Cangrejo.

Vaciando el alma



Hoy tengo un ratito sólo, para vaciarme el alma. Se me llenó hace unos días de gotas frías de una tormenta que no esperaba.

A mí me encanta la lluvia, ni de pequeña cogía el paraguas. Prefería mojarme y sentirme como las piedras o los árboles, chorreando como las fachadas de las casas, notando que era parte de todo el espectáculo. Llover era una fiesta. Y recuerdo cómo mi madre se enfadaba conmigo y me decía que porqué no me había refugiado en algún portal mientras la lluvia era más intensa... Porqué? No podía creer lo que me estaba pidiendo. La respuesta era siempre un poco quebrada y esquiva, se me ocurría sólo decir que las tormentas pueden durar para siempre y que mejor es... estar pronto en casa...

Pero hoy debo achicar las gotas frías que me inundaron el alma. Se convierten en hiel, si las dejas. Vaciar el alma para que pueda llenarse de todos los colores. A veces, fluir es sólo éso.