jueves, enero 10, 2008

El peso del cielo

Algo me perdí, que no me di cuenta de cómo el cielo se ennegrecía y amenazaba con caérseme encima. Tan pendiente estaba yo de cómo el campo relucía más, con los brillos tenaces, los más tenaces, de un sol que no se rendía.

Y es que a veces, por descuido, me olvido de mirar a ese azul inmenso a los ojos, y me engaña la memoria porque hace un momento todo era inmenso azul sin nubarrones ni nada. Pero recuerdo que el cielo siempre anda cambiante, porque lo incluye todo y se viste como se le antoja y pinta cuadros fantásticos con nubes sueltas a veces y con colores que inventa. Es adorable justamente por eso, porque lo encaja todo, protege siempre...


Y es cuando me olvido, que se me tira encima, rabioso, por no prestarle atención, porque ignora que arropa y que es aliento, y es toda la fuerza del viento.


Si yo pudiese aguantar el peso de este cielo para que se encontrase a veces ligero!... Pero soy brizna de hierba, que crece hacia ti y deberías saberlo.